miércoles, 8 de febrero de 2012

HOMEOPATIA

Método terapéutico basado en la administración de sustancias que producen unos determinados síntomas al ser administradas en dosis ponderales a una persona sana y pueden curar síntomas similares en una persona enferma al ser administradas en dosis no ponderales dinamizadas. Mediante el proceso de dilución y sucusión de la sustancia se consigue un mayor poder curativo de las mismas. 


Basado en principios fundamentales:
  1. Ley de similitud: lo similar cúrese con lo similar.
  2. Dosis mínima infinitesimal: cantidad mínima de un medicamento para iniciar un proceso curativo.
  3. Individualidad del enfermo: cada ser vivo enferma según su propia idiosincrasia.
  4. Vis medicatrix natura: poder curativo de la naturaleza. El medicamento homeopático actúa estimulando la reacción curativa del individuo enfermo.
  5. Experimentación pura: investigación de la reacción de diferentes sustancias sobre un organismo sano.
  6. Medicamento único: cada sustancia experimentada tiene sus propias características que la diferencian de otras. 
  7. Dinamismo vital: la salud y la enfermedad son estados dinámicos del equilibrio (homeostasis) del organismo.

 
La enfermedad en Homeopatía es el desequilibrio de la energía vital. Mientras hay vida hay energía y esa energía se puede potenciar con el medicamento adecuado. La homeopatía no se opone al organismo anulando síntomas, al contrario, los potencia.

Los síntomas son la expresión individualizada del desequilibrio vital. Las particularidades en nuestra manera de enfermar son las modalidades que diferencian a un paciente enfermo de otro.

Definiremos los dos planos de expresión de la totalidad:

a) de la mente al cuerpo (síntomas mentales, generales y locales).
Los síntomas mentales son los referidos a todos los surgidos de la actividad mental del paciente en todas las funciones del psiquismo (características afectivas, del humor, intelectuales, memoria, sueños, imaginaciones, ilusiones, ansiedades, temores, etc.). La homeopatía valora la causa mental como origen de las alteraciones somáticas.
Los síntomas generales son todos aquéllos que surgen de la relación del organismo en su totalidad con el medio y que no están condicionados por la mente (agravaciones o mejorías según las variaciones climáticas, posturales, horarias, alimenticias, etc.)
Los síntomas locales son todos aquellos síntomas y sus respectivas modalizaciones que afectan cada parte del organismo (dolores particulares, sensaciones peculiares, localizaciones especiales, mejorías y agravaciones referidas a cada parte).

b) del pasado al presente (síntomas históricos, intermedios y actuales).
Los síntomas históricos son los más jerárquicos ya que han estado presentes durante más de las dos terceras partes de la vida del paciente. Son síntomas de siempre que se manifiestan en la actualidad o síntomas que el paciente refiere como del pasado pero cuya sensación o vivencia recuerda en el presente y que es capaz de evocar con claridad.
Los síntomas intermedios, como indica la palabra, son los del tercio medio de la vida (adquieren suma importancia en ausencia de históricos).
Los síntomas actuales son los que el paciente padece en el presente. Frente a la existencia de síntomas históricos e intermedios, éstos son los que menos individualizan la constitución enferma; sin embargo, su valoración estará dada por el nivel de jerarquización que se tenga del caso y, como veremos más adelante, en determinados niveles serán la llave que descubra el camino hacia el simillimum constitucional.

Por ejemplo: entre los síntomas locales, pueden aparecer algunos genéricos, poco definidos. Si el paciente sufre de una gastritis, es obvio que se manifestará con acidez del estómago. Pero ese síntoma no identifica a este individuo concreto, no lo distingue de todos los otros enfermos de gastritis que también tienen acidez de estómago. Tendremos que profundizar aún más el análisis. Investigar, por ejemplo, si la acidez se presenta antes o después de comer, o si aparece cuando el enfermo se acuesta. Sólo en ese momento comenzaremos a obtener alguna información más singularizada. La modalidad del síntoma es lo que va a caracterizar a cada individuo en particular. Entonces distinguiremos la acidez de Juan que se presenta antes de las comidas, de la de Pedro que se produce cuando está en cama. De este modo iremos individualizando, singularizando, los síntomas de cada paciente y lograremos así una información cabal del modo en que se presenta la enfermedad en este individuo en especial.

El objetivo del trabajo del Homeópata es la comparación de los síntomas que individualizan al enfermo con los síntomas que corresponden en la Materia Médica a los diferentes medicamentos, para encontrar, entre todas las combinaciones sintomatológicas posibles, la que más se adecue a la que nos presenta el paciente.

La repertorización es un instrumento técnico de gran utilidad porque permite reducir la elección de medicamentos de toda la Materia Médica a los pocos que tienen síntomas en común con nuestro paciente

Los elementos fundamentales del remedio los encontraremos después, en un segundo momento al consultar la Materia Médica.

Científicamente la totalidad es más que la suma de las partes, de ahí que sea sólo esa relación de los síntomas — siempre existencial — la que nos permitirá descubrir la verdadera esencia que, tanto en el paciente como en el medicamento, no es un síntoma sino “la razón de que existan todos esos síntomas en esa especial relación”.

Ese tono del remedio es lo que deberemos comparar con el tono singularísimo del paciente, con la dinámica que anima las reacciones. Si ubicamos el remedio que coincide con el tono del enfermo habremos encontrado posiblemente el simillimum.

Aquí reside el verdadero arte del homeópata: el saber distinguir, de entre todos los remedios candidatos, aquél que haya expresado, en su manifestación patogenética, el mismo plan de desequilibrio, la misma idea, el mismo modo de enfermar, y en el que la totalidad sintomática no está constituida por un simple revoltijo de síntomas tomados al azar, sino por una individualidad que puede ser reconocida y estudiada en todas sus partes

El resultado será como un juego de espejos en el que la repertorización se refleja en un grupo de remedios y de éstos, a su vez, uno refleja al paciente y lo descubre. Este proceso permitirá luego profundizar el interrogatorio y precisar la investigación del medicamento elegido

Todo el proceso es dinámico e individual. Verdaderamente dinámico porque hay que considerar todos los datos del enfermo y todos los del remedio.

Los 5 principios de la Ley de Curación son:
a) de arriba hacia abajo;
b) de dentro hacia afuera;
c) de lo vital a lo menos vital;
d) el retorno de las enfermedades, de los signos y de los síntomas en el orden inverso a su manifestación histórica y
e) la aparición de los síntomas y de los signos de dichas enfermedades en el mismo orden de su manifestación histórica

Ideal terapéutico, un remedio único que promueva la Ley de Curación toda vez que la constitución mórbida se manifieste con nitidez.
Muchas veces, cuando la constitución mórbida no se manifiesta con nitidez — desarrollo de miasmas — el remedio único ideal que llamaremos el simillimum constitucional se hallará luego de un tratamiento parcialmente exitoso con medicamentos similares.
 Considerar que, muchas veces, no hay un remedio — por no estar experimentado — que sea el simillimum constitucional por lo que el tratamiento será parcialmente exitoso con medicamentos similares.

En el transcurso de un tratamiento homeopático la mejoría se expresa muchas veces por síntomas exonerativos que siempre van acompañados de un bienestar general que es lo que se llama reacción homeopática En cambio, un medicamento que sólo sea similar puede, por homeopaticidad, provocar una agravación que no va a estar seguida de mejoría.

En primer lugar hay que considerar que la cura no es una cosa absoluta, sino relativa. La vida es un proceso, un desarrollo.  Cuando un problema se resuelve otro aparecerá después de algún tiempo, con el fin de caminar hacia una nueva evolución.